Ester 5:1-3
Aconteció que al tercer día se vistió Ester su vestido real, y entró en el patio interior de la casa del rey, enfrente del aposento del rey; y estaba el rey sentado en su trono en el aposento real, enfrente de la puerta del aposento. Y cuando vio a la reina Ester que estaba en el patio, ella obtuvo gracia ante sus ojos; y el rey extendió a Ester el cetro de oro que tenía en la mano. Entonces vino Ester y tocó la punta del cetro.
Dijo el rey: ¿Qué tienes, reina Ester, y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará.
Me duele mucho pensar en el lugar que muchas mujeres ocupan al día de hoy en sus hogares, pero me duele más pensar en el lugar que muchas mujeres ocupan en el corazón de sus esposos. Te has puesto a pensar alguna vez ¿qué lugar ocupas en el corazón de tu esposo? Te has puesto a pensar ¿cuánto significas para él?
Me duele pensar que muchas mujeres han tenido que hacerse duras y fuertes, en cuanto a sentimientos, para poder sobrevivir en las arenas profesionales y sociales llenas de hombres machistas y de mujeres que por cultura creen que la mujer tiene que luchar por darse un lugar. Cuan equivocados estamos!!!. La mujer no tiene que luchar por que le den su lugar, el lugar que te corresponde no se conquista ganando batallas de poder ni de gritos ni mucho menos de sueldos; el lugar que tu como mujer te mereces, se obtiene por medio de la delicadeza que te caracteriza como una dama. Ese lugar se obtiene pidiéndolo a quien te lo puede dar: Al Señor!!!
Cuando tú te das cuenta del lugar que Dios te da, cuando tú te das cuenta de la forma en la que El Padre te trata, te mima, te protege, te provee y te cuida, es entonces y solo entonces que te das cuenta del lugar que tu esposo te debe dar, no para ir y exigirlo a gritos o pleitos, si no para comenzar a sembrar en tu esposo lo que quieres cosechar de él. La Palabra de Dios dice que la semilla es incorruptible, es decir, si siembro maíz, maíz tengo que cosechar. Si siembro tomates, no hay forma que me salga un naranjo del suelo.
¿Cuánto tiempo tienes de no tratar a tu esposo como tú quieres que él te trate?
¿Cuánto tiempo llevas exigiendo y demandando un buen trato y no lo recibes???
¿Hace cuánto tiempo te volviste en una fuerza laboral más que provee para la casa?
¿Hace cuánto no recibes un gracias por tu esfuerzo? Y eso que poca gente sabe las cosas que te toca pasar(aguantar) en el trabajo, solo tu las sabes!
¿Hace cuánto pides a gritos un abrazo, una caricia, un brazo fuerte que te sostenga cuándo necesitas ser débil?
Por eso repito lo hermosos versículos del libro de Ester: Dijo el rey: ¿Qué tienes, reina Ester, y cuál es tu petición? Hasta la mitad del reino se te dará.
Vé con tu esposo, si tienes la dicha de tenerlo aún, vé y ámalo, demuéstraselo, enséñale lo agradecida que estás con Dios por tenerlo y mira si eso no lo derrite en tus brazos. Dale gracias por su esfuerzo, míralo a los ojos y dile que aprecias cada cosa que ha hecho y aún lo que no ha hecho, porque eso ha forjado tu corazón. Dile las palabras que tanto el necesita oír de tu boca, no de la nadie más!! Dile que lo amas y que lo respetas por lo que es: Tu esposo!
Te aseguro que poco a poco comenzarás a oír: Dime mi reina, pide lo que quieras, hasta la mitad del reino te daré!!!
Alguien tiene que dar el primer paso, ¿por qué no lo das tu?
Que el Señor te bendiga. Te amamos.
Gega y Kenny González
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario